HITMAN

viernes, julio 14, 2006

A REFUNDAR

ESTO ES DE CLAUDIA RUIZ MASSIU EN CRONICA DE HOY PERO ME PARESE MUY INTERESANTE Y SI CLAUIDIA YO ME SUMO A TUS LUCURAS

El resultado obtenido por el PRI en las pasadas elecciones federales, obliga a quienes formamos parte de ese instituto político a realizar un ejercicio de evaluación y autocrítica, que si bien puede resultar incómodo, es indispensable si pretendemos que el partido transite hacia una nueva etapa en su historia.
No se trata de sacar los cuchillos largos, o de culpar a unos por la cadena de errores que incidieron en el pésimo desempeño que globalmente tuvimos. Se trata de tener la decisión, y quizá la audacia, de replantear no sólo las formas, sino el fondo del partido.
Y es que si queremos darle viabilidad en los años venideros debemos no sólo ser capaces de analizar con madurez cuáles fueron las decisiones que nos llevaron a esta derrota tan devastadora, sino de atrevernos a discutir y determinar cuál debe ser el contenido mismo del partido.
Hay que ser implacables para dilucidar las decisiones que nos costaron tanto, aquellas que se refieren a la selección de candidatos, como aquellas que determinaron el rumbo (¿?) y desarrollo de las campañas. Pero también, y ello será más ambicioso, debemos discutir la carga ideológica y las causas que como partido queremos significar.
Porque lo cierto es que lo mismo pesó la postulación de candidatos desgastados y poco competitivos, como la ausencia de banderas populares o cercanas a la gente. Aceptemos que, desde hace tiempo, nos alejamos en buena medida de las causas de la gente; nuestras causas históricas son ahora, en su mayoría, abanderadas por otras formaciones políticas. No las hemos sustituido por otras que sean producto de la reflexión colectiva, en parte porque los temas están vedados incluso para su discusión, también porque en un círculo vicioso las voces críticas o divergentes son acalladas por la fuerza de una mayoría estridente y las acusaciones de traición.
Abandonamos el trabajo ideológico y al hacerlo vaciamos de contenido nuestra oferta política. Dejamos de estar cerca de la gente y dejamos de escucharla, y el 2 de julio no nos respondió más que el eco.
Indispensable resulta también, leer lo ocurrido en términos de la situación interna (histórica y actual) que contaminó nuestro rendimiento electoral. Y es que por no oxigenar nuestras diferencias, por no tener reglas abiertas para acceder a los cargos de dirigencia y a las candidaturas, por desincentivar la cultura de la discusión reflexiva y abierta, las divergencias naturales que se presentan en las instituciones políticas tan plurales y diversas, se convirtieron en cánceres que estorbaron la normalidad de la vida partidaria.
Creo que los resultados electorales del PRI son expresión de todo eso, y también de una situación externa en la que se inscribió la oferta de nuestro partido.
Nuestros adversarios fueron mejores para leer al electorado, para plantear lo que quería escuchar, para aprovechar las oportunidades presentadas por la situación nacional y por los errores de los competidores. Nosotros por el contrario, competimos con y contra nosotros mismos. Estamos a tiempo de iniciar un camino de replanteamiento, que abarque todos los ámbitos de la vida partidaria.
Yo, y muchos como yo, quiero ser parte de un partido que se atreva a dar contenido a un centro progresista, que abandere las causas de los que menos tienen y se atreva a plantear soluciones y propuestas modernas y audaces.
Quiero ser parte de un partido que se atreva a discutir cómo y hasta dónde una reforma energética, una flexibilización laboral, un nuevo modelo político o una corresponsabilidad Estado-Sociedad.
Quiero ser parte de un partido que se atreva a discutir, debatir, reflexionar, consensuar sobre todos los temas, y sepa reconocer y enarbolar que la diversidad que habita en su seno y que constituye su riqueza, se debe y puede expresar en opiniones diferentes.
Quiero ser parte de un partido que se abra a la integración activa de nuevas generaciones, que valore de nuevo los distintos perfiles que aportan al total desde diversas trincheras, que reconozca lo importante que resulta tender puentes con otras fuerzas, que sea capaz de aceptar sus errores y denunciar los abusos de sus militantes para poder entonces, con tranquilidad y firmeza, defender sus logros y aciertos históricos.
Quiero ser parte de un partido que sin rubor presente su parte en la modernización e institucionalización de México, que no regatee la aportación de los adversarios, y que se atreva a asumir su responsabilidad en la construcción de la nueva generación de reformas e instituciones que dará viabilidad a nuestro país en las décadas por venir.
Quiero ser parte de un partido más democrático, de un partido que no expulse en procedimientos sumarios a sus militantes, de un partido que permita la crítica institucional.
El PRI sigue siendo gobierno en la mayoría de los ayuntamientos y estados, sigue siendo factor necesario de gobernabilidad, de entendimiento y de construcción.
Esta no fue la última elección en la historia de México. Estoy convencida que los ciudadanos saben de la fuerza de su voto, y que ningún partido tiene escriturado el sufragio de la mayoría. Pero sólo los priistas tenemos la llave para abrir la puerta hacia un futuro competitivo, con sentido y contenido, o para hacer de esta derrota una herida mortal. No sé si el PRI puede ser ese partido, tampoco sé si en ese partido tenemos cabida quienes piensan como yo. ¿Refundar al PRI? Algunos (¿locos, ilusos?) quizás lo queremos intentar.

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objetivo Unknown a las 6:55 p.m.

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